miércoles, 4 de mayo de 2011

Dormir o no dormir, he ahí la cuestión

Soy más de amar que de odiar, peor si hay algo que odio de veras es pasar las noches en vela. Cuando estudiaba mis últimos años de colegio sufrí durante un tiempo algo parecido sin permitir que mis párpados echasen el cierre por vacaciones. Y aunque es cierto que soy de dormir poco, no soy de dormir nada. Decían que Leonardo Da Vinci dormía solo 3 horas al día, pero era inventor, pintor, escultor, arquitecto y una lista interminable más. Yo soy un pobre parado, al que 'velar por las armas' como el Quijote, no es lo que más le gusta en la vida.





Me agobia mucho el hecho de no poder tener un botón de desconexión automática para relajarme y caer en los brazos de Morfeo. Si todos poseyesemos un método automático lo mismo la historia tendría que ser reescrita, las fábricas de fármacos hubieran dejado de producir esas pastillas con nombres tan variopintos (Dormidina, Somnatrol o Tranquimezil entre otros), los ronquidos serían algo propio de las leyendas urbanas y el sexo nocturno dejaría de tener sentido.

Echo de menos dormir sin preocupaciones, una de las partes en las que me sentí aliviado tras mi 'amable puerta abierta en el trabajo', pero cerrada una vez la cruzas, es que piensas erroneamente que tus problemas o incluso tu stress laboral se quedaban junto a tu montón de papeles. Sin embargo, surge el miedo a la pasividad o la inutilidad prematura al tiempo que todo tu alrededor sigue fluyendo con ritmo continuo y constante. Es como si te metieras en un bunker, pero la bomba sigue dentro (doy gracias que seguro ya de Bin Laden no es). Las charlas con amigos ayudan, te dices, 'bueno mira, él también está agobiado así que no te preocupes', o 'yo soy de culo inquieto y esto de hacer siempre lo mismo no me va', y ahí te das cuenta que en el fondo el ser humano lo que anhela es una estabilidad mental y física. Que nos hagamos gordos, que nos compremos la misma ropa (a pesar de la personalización de prendas), que veamos los mismos films, los mismos libros, las mismas playas, usemos las mismas redes sociales, noticias, fotos, animales de compañía, conduzcamos los mismos coches... y pararé porque las mismas casas ¡ojalá! y las mismas mujeres/hombres... pues a veces incluso es que sí, ¿o no?

Esa lista previa, empieza a aparecer repetidamente en mi cerebro, como imágenes consecutivas de un fotomatón, haciendo que no descanse, no pueda dormir. Buscando un atisbo de luz que pueda sacarme de tan ponzoñoso pensamiento destructivo y es, cuando me doy cuenta, que a pesar de vivir vidas semejantes, sueños semejantes, pensamientos similares, lo que nos hace diferentes es poder elegir el modo de vivir y contar las cosas que nos rodean de maneras tan lejanas como lo estaría el último planeta del sistema solar; las apreciaciones graduales llegan incluso al máximo aunque no nos demos cuenta. Las mismas gotas de agua son experiencias alentadoramente distantes en la misma lluvia, por eso quizás me encante mojarme en las tormentas de primavera y por eso encuentre que el bostezo puede ir seguido de un sueño, en ocasiones incluso reparador. En ese sueño quizás pueda permanecer algo despierto para seguir divagando...

...buenas noches.

2 comentarios:

  1. Hasta cierto momento de nuestras vidas, sí, anhelamos la estabilidad mental y física. Sin embargo, querido Sergi-O, llegados a un punto de "edad madura", a la gente le entra la neura de "eeeh!! Tengo que vivir la vida!!", le dan una patada a su mundo estable y apacible, con sus parejas y churumbeles y sus trabajos acomodados, para irse a experimentar y recorrer mundo. Porque, dicen, aún les queda mucho por vivir y esa tranquilidad, intentan convencernos, no es vida.

    ¿Has probado con una ducha calentita y la lectura de los papeles del banco? Eso da sueño, quieras tú o no.

    Un abrazo y que sueñes con los angelitos :)

    ResponderEliminar
  2. La verdad es que mira que nos complicamos los humanos con pajas mentales, eh! pero no seríamos racionales si no le dieramos tantas vueltas a las cosas.
    Mientras he leido tu texto me he puesto la nana y chico casi me duermo yo ... porque si quieres dormir aunque sea de pie te recomiendo que tengas un par de enanos, que anden toda la noche lloriqueando porque andan malitos, o te pidan agua, o los lleves al baño para que no se meen en la cama, o se vengan varias veces en la noche a tu cama para dormir contigo y tú como una autómata le coges de la mano y a su cama a dormir con él para que no se baje... así pasa que suena el despertador a las 7:30H y me quiero morir porque he visto pasar todas las horas de la noche, que parezco que estoy en romeria constante por el pasillo.... dicho lo cual me encantó tu texto, tus reflexiones ...
    Un saludo, me seguiré leyendo. Amelia.

    ResponderEliminar