martes, 15 de marzo de 2011

Luces y sombras en bocadillo

Berzotas, mameluco, medianias, gaznapiro, burricalvo, zoquete, zopenco... todos ellos insultos puramente españoles, pero sobretodo, insultos que han poblado las páginas de los comics más famosos de mi infancia. Ellos son Mortadelo y Filemón, Zipi y Zape, Carpanta, Superlópez (reitero la vuelta del más grande superheroe con bigote), Rompetechos y muchos otros.



Es curioso que mi amor por el comic y el dibujo vinieran de las viñetas, no siempre perfectas, de estos personajes. Sus autores, Ibáñez, Jan o Escobar dieron lo mejor de sus plumas durante muchos años, diferenciando al comic español del resto del mundo y consiguiendo algo de fama fuera incluso de nuestras fronteras. Pero el problema de siempre, los temas tan cotidianos/costumbristas y poco universales han hecho algo incomprensible ciertas situaciones o diálogos dentro del propio entendimiento (algo así como si Chiquito de la Calzada fuera traducido). Eso no quita que me haya pasado tardes enteras con mis tomacos de Superhumor en las canillas leyendo y riéndome a carcajada limpia.

Mientras en nuestro país nacían personajes como Mortadelo y Filemón (1958) o Zipi y Zape (1948), otros hacían lo mismo en el resto del mundo: Asterix (1959), Lucky Luck (1948), que no era norteamericano como alguien puede pensar (yo mismo hace un par de horas) o El increíble Spiderman (1962) y así una multitud extensa, excelsa y de calidad impresionante que aun perduran tanto en personajes como en historias.

Lo de hoy es... por decirlo finamente, otra cosa. Tengo guardados unos cuantos números de Spawn, en bolsitas para que aguanten un par de décadas más, alguno de X-Men, Dragon Ball y Conan. Pero ya no es como antes, ir a una tienda de comics es una locura con cross-overs, secundarios, nuevos personajes, nuevas líneas de tiempo, merchandising, gafapastas, partidas de rol, Bakugan, se me hace complicado poder decidirme qué poder leer, me siento sobrepasado; japonés, inglés, americano, pero ¿y el español? Igual me equivoco e igual he estado tanto tiempo metido en videojuegos que el cómic español y su vida han sido apartados de mis retinas (no tanto como el manga), pero la sensación que me deja el haber estado estos últimos años visitando algunos Salones de Comic y Manga importantes en España es de la perdida de la identidad propia y de frescura (es raruno ver cosplays de chavales con más granos que tela). Bien es cierto que mientras el resto del mundo ha sabido conquistar al otro resto con personajes alucinantes, e incluso sacándoles de sus páginas con películas, parques temáticos y/o videojuegos, el cómic tan satírico de nuesto país no ha sabido venderse fuera como debiera. Quizás un problema coyuntural y similar a otros que ya hablaré en próximas ocasiones.

Sin embargo Torrente vuelve a estar número 1 en la taquilla española -sigh-, será que a pesar de las quejas que podamos hacer lo único que sabemos hacer es retratar perféctamente al imperfecto español, ese que llevamos dentro pero que tan poco nos gusta que nos defina. Somos más antihéroes que superhéroes, más de reirnos de las caídas de los vecinos que de ayudar a levantarse, más de hacer "simpas" que de dejar propina, más de descargar que de pagar, pero seguimos siendo orgullosos. Igual no está de más el buscar la luz dentro de nosotros para buscar la segunda lectura que nos intentan dar los autores.

Valle Inclán ya lo dijo, 'La ética es lo fundamental de la estética', al menos intentemos que sea así, mientras me iré a tomar algo con Chicha, Tato y Clodoveo que me tienen que explicar como llevan aun eso de estar en el paro y alguna palabra chula de su vocabulario mientras tomamos algo en el Joro Bar, eso sí, sin fumar.

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