jueves, 10 de marzo de 2011

El campo me mata

La idea de irme a vivir fuera de Madrid (entiendase España), fue uno de los primeros bombillazos ahora que me quedé parado, también he de decir que el "escondite inglés" se me daba de fábula de pequeño, ¿tiene que ver? hombre algo. Pero los bombillazos sin energía controlada, a buen precio y con bajo consumo no sirven de nada. Así que me quedaré por mi amada ciudad un ratito más.




Cuando me planteo cuál podría ser el destino pienso que debe ser una ciudad civilizada, pero sobretodo ciudad. No me gustaría acabar en algún lugar con baños compartidos, teles de tubo y conexión a internet por la línea de teléfono. Un lugar en el que los bares tengan un letrero neón cromado intermitente, con tonalidades fucsias y que acabe en un 'apóstrofe' s. Tampoco en un lugar donde se vaya al río a lavar la ropa y se canten/silben canciones horteras. Amo el vivir en una ciudad, lástima que no haya definición para ello (pensé que sería polifílico pero ya estaba cogido), todas y cada una de las cosas que conllevan esa vida agitada y tumultuosa: gente gritando por la calle, contaminación, poca naturaleza, vomitar la borrachera de anoche encima de un coche (eso exáctamente ocurrió hace un año y el coche era mío, la borrachera no). Es fantástico poder respirar aire tosco por las mañanas y mientras rascarte una nalga, no hay nada mejor, luego un vaso de leche de soja lo soluciona todo y sin despeinarse.

Porque quizá lo único que me da más quisquilla es el haber contraido la dichosa alergia primaveral a las gramíneas, que digo yo, ¿eso de las gramíneas no era uno de los componentes de los Cornflakes? Cuando me hicieron las pruebas, hace ya 3 años, me agujerearon los brazos, me inocularon unos liquiditos en cada pinchazo y esperaron a ver si eso daba reacción, ¿cómo? pues esperando a que los bultos crecieran, (ya les podría haber dicho donde pinchar...) Esto me llevó a tener que comprar de manera anual pastillas, gotas, spray nasal y una especie de spray de asmáticos, un auténtico derroche que compite directamente con las dosis de medicamentos diarios de mis abuelos.

Menos mal que solo sucede una vez al año, pero éste se ha adelantado. Aunque, como dicen los médicos, eso de vivir en la ciudad puede provocar nuevas alergias imprevistas y en personas que nunca antes la han padecido, yo este año me ha debido de surgir una nueva llamada 'paro', el problema es que no hay cura rápida y el campo me sigue sin gustar.

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