viernes, 18 de marzo de 2011

Always Happy

Gracias a un amiguete de LinkedIn he podido disfrutar de la última campaña de Coca-Cola, tan buena y emocional que ha conseguido despertar mi infancia... una vez más. 125 años de una marca que comenzó a llenar botellas sin el conocimiento de saber qué llegarían a ser hoy, la marca que siempre está presente en los mejores premios a la publicidad y en las mejores acciones de marketing.






Recordar mi vida sin una botella o una lata de Coca-Cola es como no saber de donde vengo, quizás ahora se haya perdido esa sensación de tener un motivo real para darle un trago a una botella dada la pérdida a ciertos valores que antaño considerábamos únicos y especiales. También es bien cierto que las leyendas urbanas con ánimo al descrédito del producto han sido innumerables, esto no ha sido suficiente para arrancarla de los frigoríficos de las casas ni de las cámaras refrigeradoras de los bares.

Guardaré en la memoria aquellos momentos en los que cantabamos aquello de "Always Coca-Cola" cada vez que el spot salía en TV, o cuando discutía con mi madre si el querer beberme una porque me apetecía era el motivo suficiente para poder hacerlo (sin tener que esperar a mi cumpleaños), que me darían muchos gases o que me pondría muy nervioso eran las excusas preferidas.

Puede que hoy se debata sobre la utilidad de la publicidad emocional respecto al impacto en las ventas reales, si se debería o no volver al modelo tradicional racional. Lo que está claro es que cuando tienes una marca que llega a los momentos historicos y a los momentos personales, una sonrisa la convierte en parte de tu vida para siempre.



De hecho, me acaba de entrar una sed...

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